Esta mañana me sentía inspirada, y como tenía unas cuantas hojas de Aloe Vera, decidí aprovecharlas antes que se me echaran a perder en la nevera.
En un tiempo, subiré un post acerca de las propiedades del Aloe Vera, tanto a nivel mágico, como a nivel sanador.
Es una planta excelente, y mezclada con otras para cremas o para mascarillas, como la usé yo, creo que merece la pena porque es buenísima para la piel.
Esta mascarilla la recomiendo para todo tipo de pieles, ya que es hidratante, regeneradora y calmante.
Si sufres de acné, los ingredientes que lleva no te van a perjudicar, incluso si tienes la piel muy muy grasa.
¿Os acordáis de la mascarilla que realicé hace unas semanas de pepino y limón? Pues esta es incluso mucho mejor, ya que es más suave y no hay ningún problema para luego salir a la calle, ya que al no contener limón, no irrita y evita que nos salgan manchitas del sol al exponernos luego. Los ingredientes son muy simples (y creo que todos tenemos de esto en casa):
Avena pura en copos, Aloe Vera y miel... ¿Simple, verdad? Como veréis, en la fotografía está de un aspecto blanquecino y muy líquido, pero realmente tiene una buena consistencia, de hecho no suele resbalarse tanto de la cara como podría parecer.
Se realiza de la siguiente forma, al menos, es como la realicé yo:
En primer lugar, vamos a coger una hoja (o penca, como se quiera llamar), de Aloe Vera. Le quitamos los pinchos esos que tiene a los lados con la ayuda de un cuchillo, y tras esto, le extraeremos una parte para dejar al descubierto la gelatina transparente que hay en su interior.
Esta gelatina es lo que tiene ese poder tan magnífico de hacer que la mascarilla sea hidratante y regenerativa, por eso es perfecta para todo tipo de pieles, incluso las mas castigadas por el sol y el frío. Cuando hayamos extraído toda la "gelatina" de dentro, desechamos la piel de fuera, es decir, lo verde. Os recomiendo que vayáis echando esta gelatina junto con el jugo de la planta en un bol.
Posteriormente, cogeremos agua, que previamente hayamos calentado y hervido, para añadir 2 cucharadas soperas de avena pura en copos. Con el agua caliente, la avena se queda blandita y empieza a desprender una sustancia blanquecina. Ahora, cogemos una cucharada sopera de miel, y la añadimos al agua con avena, moviendo despacio, hasta que quede bien integrada.
No os paséis con la cantidad de agua, que fue lo que me pasó a mí, sino añadid sólo una cucharada sopera de agua caliente, y dejadla reposar con la avena hasta que se hinche, ya que el Aloe Vera de por sí tiene mucha agua en su interior.
Cuando los copos de avena hayan absorbido el agua, añadid la gelatina del Aloe Vera a un recipiente junto a la miel y a la avena.
Echad todo esto en la batidora, batid un poquito hasta que se forme una pasta o líquido homogéneo.
Cuando la tengáis, echadla en un recipiente y con un pincel o brochita, añadidla a vuestro rostro limpio.
Dejadla actuar durante 15-20 minutos y retirad con agua fría o templada, según tu gusto.
Notaréis la piel más suave, tersa e hidratada, de hecho, hasta mi acné se me ha desinflamado un poquito, y creo que realizaré esta mascarilla más frecuentemente. Como bien sabéis, no es necesario recurrir a tantos productos químicos y optar por realizar las mascarillas faciales uno mismo, de esa forma ahorraremos tiempo, dinero y salud, ya que mayormente las mascarillas comerciales tienen muchos químicos añadidos para conservarlas y algunas están probadas en animales.
Las propiedades de cada ingrediente os las enumero:
- Aloe Vera: es cicatrizante, regenerante e hidratante. Perfecto para pieles con manchas, cicatrices o acné, e incluso para todo tipo de pieles.
- Avena: calmante, para pieles sensibles es lo mejor.
- Miel: bactericida, hidratante y regenerante. Desinfecta suavemente el acné y aporta luminosidad y elasticidad al rostro o a la piel en general. Hidrata también en todo tipo de pieles.
¡Espero que te haya gustado, y espero tu comentario!
Bendiciones ♥
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